Libre y larga en tu cocodrílica altura.
Tan pequeña, quizás y tan grande como telón de esperanza por un mundo mejor.
Yo te merezco, venero, celebro y cuido.
Tal como la vida naciente de un útero materno, viertes esa mucosa de verdes y acaudalados tiempos, con una dinámica permanente.
Nada te es ajeno, un barrio, la canica, bola, el juego del barrio; te complementan en el bullicio urbano de nacer, jugar en la calle ante el grito de guerra de una madre para que subas a almorzar... tal como la madre en la montaña, mira al horizonte un puntico, que se va a grandando, en tanto se acerca a la casa, el párbulo/a de regreso a la escuela, ya con la pañoleta en la mano, y si en grupo andubo , algún que otro acomodo del desaliñado uniforme por el juego o las risas del camino.
Quizás hasta el susto de un caminante o un animal salido de quién sabe donde.
Yo te quiero Cuba, como nace el aliento de la vida, a sabiendas que no eres solo mía, aunque nadie te quiera como yo.
Te saboreo en cada plato o bailo en cada tonada.
Tú eres todo, el canto del sinsonte, el grito del pregonero/a, la salida del sol, las olas en la arena, el vuelo de una Gaviota.
Tú lo eres todo, a la vez, un punto en el mapamundi, tan fiero como la puntada de la aguja en la tela o la vacuna que has sabido hacer para los tuyos y que compartes como mundo.
A tí vienen tus hijos ayende los mares, a tí acude el llanto de cada madre, por tí te canta vida, la hechicera. cada día me tienes, nos tienes, nos acurrucas en tu verde intenso, de caracola
y polimita, de cocodrilo de lágrimas reales.
¿Tú eres Cuba y yo soy yo? o ¿tú eres yo y yo soy Cuba?