Muchas veces temí que el viaje en la vida para ser madre me provocara inapetencia sexual, odios
a la humanidad, mal humor. Me sorprende esta edad, mañana 51 años, en medio de
esa etapa nueva archiconocida, temida igualmente por todas, con alto peligro de
embarazo. Se va o no se va, ni siquiera importa, sino los altos y bajos de
humor, amor, sangrado, sexo, dudas, decepciones y la caída de ídolos, etapas,
orígenes.
Uno de esos hijos que me da la vida, de familia miga, me
dijo, cuando la adolescencia le rompía a la juventud, mirando las dificultades
de su familia, - me han engañado, he vivido toda mi vida en la mentira, la
familia que quiero no es lo que yo pensaba. Yo simplemente le dije, - duele crecer, duele darse cuenta de las
cosas, duele saber cómo los demás hicieron para que no me afectara lo que
pasaba a mi alrededor.
Éste tiempo de mujer, de segunda redención es como una
adolescencia a juventud, lo que duele más porque el engaño es con uno mismo, es
como el darse cuenta y saldar tiempos que no son nada nuevos, que son años
sumados y darse cuenta, así sencillamente darse cuenta que la vida se pasa y
estamos varadas en algo… que las personas te pueden dar la espalda, que
sencillamente trabajar, tener ideas, querer producirlas es también complicado
en un mundo que estudiar, trabajar, amar a la familia pueden ser tan pecadores
como lo contrario… cuestión de perspectiva humana o de tiempos y miedos de
otros.
Si me dices, si no me dices, si quiero escuchar, si no
quiero que nadie me hable, si cambié, si cambiaron los otros, si soy parte
generacional o de los tiempos del mundo mundial, donde todos los ídolos se
pierden, de catástrofe natural, social, política, económica… o ya ni sabe si es
tiempo mediático de construcción o deconstrucción de cánones para
homogeneizar poderes y pobrezas, es un
tiempo de qué se yo… o solo sé que no sé nada.
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