sábado, 10 de noviembre de 2018

Tocando fondo



Esta vez el viaje es corto, tocando fondo, aireando las soledades y animando a buscar un viaje de ida y vuelta hacia mis propios yoes para desangrar esa holgura de la desconfianza, indecisión y tristeza que me agobia.

Tocando fondo en la canción, la poesía, la escritura, las ganas, la esencia de los ídolos, los ídolos de la esencia y espiritualizando la materia cruda de la media rueda, informe e inestable con el amor testigo de mis años y la vuelta horrible del lado de acá, donde es peor dudar, porque ya como hálito perenne no asombra, sino engorda en la desidia de los años.
Hoy me doy cuenta , ¿qué se yo del viaje? Ya no me valen los caminos, las ideas, la esperanza, las metas, lo vivido, ni siquiera la valentía de morir por mí. En medio de las mejores horas al lado de amigos, de la risa entre los familiares, los poemas de los que me inspiran.

El Centro Dulce María Loynaz, sus vericuetos de historia; Los amores de Marte y Venus, en la coreografía de Lea Anderson MBE, su estreno mundial, con Danza Contemporánea de Cuba, en la Sala  García Lorca, del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso; Consagración, los de Cámara Chica, los del British Counsil, la fidelidad e Regla por animarme en su propio desánimo, el regreso a los de la ANEC de La Habana y a los de la Emisora COCO, el Programa del XV Foro  de Organizaciones  de la Sociedad Civil Cubana contra el Bloqueo, el Concierto en saludo al Día de la Cultura  Nacional, con jóvenes talentos:  Ensemble Cantábile, Bárbara Llanes, Ensemble Solistas de La Habana; los Spots ideados con Alex Parra, Mary, de bien público para #LaHabana500 con los niños en la Casa del Niño y la Niña, los vaivenes de operaciones, horarios, publicaciones e intentos en Radio Progreso, las rutas Moviendo los caracoles en la UNEAC y hasta presentación en 40 años Concurso Caracol, en la Sala Villena de la UNEAC.
Me animo y me desanimo, me alzo y me caigo, me alumbro y me apago, me crezco y decrezco sin ton ni son, ya no queda remedio… alucino con los días en que el yo debe crecer, y personalizar desde afuera la observación de un yo más fuerte y enjundioso como ha sido siempre, animando a otros, como me suelo parar en tribunas de lo positivo y posible hasta ver a los demás luchar por sus sueños.
Mis lágrimas recorren el rostro e imagino tantas risas, las añoro, las puedo tener en un rato, pero no me llenan… soy feliz, lo tengo todo, y vuelvo, sobre mí. ¿Es posible separarse de uno mismo?
En esta hora, lloro el llanto de Yunalvis, cuando lloró el llanto del mundo entero, lloro mis propias risas y las muchas que vendrán y hasta en mi viaje de angustias, aprieto el gatillo de Hemingway con su propia nostalgia…

Ya he llorado antes, y me he calmado, ya he zanjado deudas de dolor y he vuelto a ellos, ya he vivido lo lindo y lo feo de este mundo, sin nombre, fechas, ni lugares más que este momento, de agobio, o de solo llanto, como si quisiera derramar las lágrimas que no han caído cuando quiero y no debo, cuando debo y no llegan.
Qué se yo!!!, es tan simple la vida que complejizamos sin que veamos más allá de lo engorroso de un momento como éste. Para qué escribo y lloro, para qué me seco las lágrimas que volverán a llorar en este viaje de mundos de silencios, a solo el tono lacrimógeno de un sollozo.
Lluevan lágrimas para que salga la tristeza, los momentos de neuralgias, los dolores del cuerpo y la mente álgida de hastío. Son los mismos, somos los mismos de entonces, solo que el tiempo ha pasado y la muerte no llega, es la vida la que se abalanza sobre mi cuello y me ahoga.
Llorar, la angustia, las manos de la vida sobre tu cuello, el ahogo infinito de un momento, el dolor de los demás en tus hombros, la enseñanza de una caída, el levantarse una y otra vez, o el mirar desde el suelo, en la caída de cada instante.
La sonrisa doliente, si encuentras un consuelo, el reproche de quien no ve, ni se entera de tu existencia angustiada y doliente, hasta un chiste o un regaño habitual de los ciegos que te rodean.
Nada es extraño porque el dolor es más grande que la casualidad o el diario. Sonrío de lado o a mandíbula batiente puedo reír, quizás, pero no me tomo el trabajo de hacerlo, no vale la pena, ni siquiera lo notará, ¿Cuál es la diferencia?
Quiero regresar ya al personaje de la indiferencia, pero el sollozo quebraja mi aparente indiferencia, de tanto en tanto, de me miran o no, de una lágrima más… por eso me entrego completa y entera al llanto de esta hora angustiosa del por qué y el por cuánto, del hoy… hasta el consuelo de una niña que de tanto sollozar duerma cansada…





Cuando finalizo esta publicación sé del Doodle -  homenaje de Google - a Elisa Leonida Zamfirescu ​ fue una ingeniera rumana que sobresalió por ser una de las primeras mujeres del mundo en llegar a serlo... una ingeniera como yo, quien lo diría... ¿No serán mis lágrimas por tí?...

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